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En este apartado, observaremos, una por una, las partes esenciales de un embrague. Explicaremos lo que hacen, por qué se estropean y cómo detectar averías.
El disco de fricción
El disco de fricción transmite potencia desde el motor hasta la caja de cambios de manera parecida a como una pastilla de freno se conecta con el disco, creando fricción de modo que el disco se conecte con el volante motor para suministrar la fricción necesaria para transferir energía del motor a la transmisión.
El disco de fricción hace y deja de hacer contacto con el volante motor de manera constante, lo que provoca el desgaste. Cuando el disco de fricción de un embrague está gastado, el embrague puede patinar, de modo que no consigue girar a la misma velocidad que el volante motor.
El patinado del embrague es un problema que se agrava con el tiempo y que hace que haya más fricción entre el embrague y el volante motor, por lo que, cuando más se le deje patinar, más empeorará el problema y el embrague acabará averiándose.
El patinado excesivo puede desgastar y sobrecalentar los forros del disco de fricción afectando las propiedades de su material. Una conducción deficiente suele causar este problema, pero el remolcado y el reglaje del motor también pueden acelerar el desgaste del disco.
El plato de presión del embrague
Por norma general, el plato de presión del embrague no es propenso al desgaste; sin embargo, puede quedar dañado por un disco de fricción desgastado, donde el material de fricción se ha gastado casi por completo y los remaches empiezan a hacer contacto.
Normalmente, los problemas del plato de presión del embrague son fáciles de diagnosticar. Uno de los problemas se da cuando al conductor le cuesta pisar el pedal del embrague, lo que quiere decir que el mecanismo de liberación no funciona como debería.
Otra posible señal de que un plato de embrague está defectuoso es la sensación de embrague mullido o suelto.
El collarín de desembrague
El desgaste del collarín de desembrague no está necesariamente relacionado con un elevado kilometraje, sino que suele depender más bien del conductor y su manera de conducir. Usar el embrague en exceso en ciudad tiende a provocar más daños que en carretera.
Al dejar apoyado el pie en el pedal del embrague, se acelera el desgaste del collarín de desembrague, ya que este está en permanente contacto con el embrague.
Los collarines de desembrague también pueden fallar cuando se seca la grasa dentro del anillo portabolas, lo que suele detectarse cuando se produce un ruido, como un silbido o un fuerte chirrido, al pisar el embrague.
Normalmente, cuando se cambia el embrague, debe cambiarse también el collarín de desembrague. Los problemas de alineación entre los distintos elementos del embrague también pueden provocar problemas en el collarín.
El volante bimasa
El volante bimasa absorbe las vibraciones del tren de transmisión y es especialmente importante en vehículos modernos con motores ligeros o pequeños y en motores que funcionan a pocas revoluciones. Cuando el motor está en movimiento, los resortes y las zapatas del volante bimasa funcionan sin parar, por lo que es inevitable que se desgasten después de miles de kilómetros.
Una señal de un volante bimasa está averiado es el hecho de que el motor no arranque porque el sensor de posición del cigüeñal no detecta la velocidad del volante motor. Normalmente, cuando un volante bimasa está averiado, emitirá un ruido fuerte de traqueteo en ralentí sin pisar el embrague. Al pisarlo, el ruido se reducirá o desaparecerá.
El volante bimasa también se puede estropear con una conducción deficiente, por llevar remolques y por el reglaje del motor.
El volante bimasa no tiene que cambiarse necesariamente al cambiar el embrague, por lo que debes valorar el estado en el que se encuentra antes de recomendar al cliente que lo cambie. Cambiar un volante bimasa puede resultar muy caro; sin embargo, si está gastado, puede provocar el fallo prematuro de un embrague instalado recientemente.
Embragues: habla con tu cliente con claridad
El sistema del embrague es una de las partes que con más probabilidad requieren reparaciones. Además, las averías graves pueden resultar muy costosas.
Por estas razones, es esencial informar bien al cliente en lo que respecta al embrague, por qué se estropea y qué es necesario para repararlo.
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